Historia de una
postal.-
En cuanto vi la
postal me llamó la atención. La verdad es que no era una vista especialmente
bonita del trasatlántico Infanta Isabel (el gemelo del Príncipe de Asturias, el
“Titanic español”). El barco no aparecía en primer plano y de hecho bajo ese
ángulo de apariencia el viejo liner era casi irreconocible. Y sin embargo la
postal me llamaba. La compré de inmediato y cuando llegué a casa me dispuse a
examinarla con más cuidado. En el reverso encontré la explicación, el porqué,
la razón por la cual esa postal se vino conmigo si me permitís expresarlo de
esa forma.
Aunque no
estaba franqueada, la postal iba dirigida a la señorita Mercedes Pedroso. La
letra era de alguien muy joven, casi un chaval y el texto decía lo siguiente:
“Recuerdo de su
primer viaje a Europa a bordo del vapor Infanta Isabel” El camarero Enrique
Ruiz
En el anverso
el joven camarero fechaba la postal: En la mar a 24-9-16 escrito bajo un
cuidado “Felicidades”.
Cuando hube
leído la firma quedé sin habla. Estupefacto. Estas son las cosas que hacen que
un naufragio que estás investigando salte de los viejos papeles impresos y te
golpee el alma tomando dimensión humana y haciéndote sentir la tragedia.
Permitid que me
explique: uno, tras leer la dedicatoria, se puede enternecer al pensar en el
joven camarerillo con un sueldo de miseria regalándole a una pasajera una
postal, lo único que podría permitirse. Hasta nos podríamos imaginar el
nacimiento de una historia de amor entre dos jóvenes a bordo de uno de aquellos
barcos de la emigración. La clásica historia de un chaval que conoce a una
chica y como es lógico intenta conquistarla con todos los medios a su alcance
aunque éstos sean bien exiguos. Imaginar. Si. Incluso podemos pensar en que
gracias a ese viaje, a ese encuentro, a esa postal los dos chicos continuaron
con la relación como tantas veces ha sucedido e incluso que llegaron a formar
una familia y vivieron felices el resto de sus días en ésta nuestra querida
España.
Pero en esta
ocasión me temo que no pudo ser. Justo tres años después de haber escrito esa
dedicatoria a la que imagino bella pasajera que le gustaba, entre el 12 y el 20
de septiembre de 1919, el joven camarero Enrique Ruiz desapareció en el Caribe
junto con 487 personas más a bordo del trasatlántico español Valbanera. Es lo
que tienen las historias del Valbanera. Son como las putas historias
irlandesas. No hay ni una que acabe bien.
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